1- ¿Cuál es tu relación con el mundo helénico? ¿Cómo es esa historia?
2-¿En tu mundo de imágenes que lugar ocupa eso que los griegos defendían tanto: lo bello?
3- ¿Cómo es la Grecia de tu inspiración? ¿Qué colores la identifican en tus sentimientos?
4-El pueblo griego es música.¿ Existe interacción entre tus obras y otras disciplinas? ¿De qué modo?
5-¿Recordás tu primer deslumbramiento con la pintura?
6- Ante la lectura de las siguientes palabras ¿Podrías darles un color?
Acrópolis, Mar, Delfos, Corinto, Ítaca.
7- En tu hacer actual dónde te ubicarías ¿Entre lo onírico o la vigilia?
8-¿Tus obras poseen rasgos fundamentales que lo identifican? ¿Cuáles?
9- ¿A qué le darías color?
10- ¿Qué opinás respecto al arte, cuál sería su finalidad si es que la tiene?
Dos vertientes relacionan mis afectos e intereses con la cultura y la impronta helena, en la civilización que me formó y en la cual vivo, continúo la familia, y desarrollo la profesión que mi vocación decantó a través del tiempo. La primera se vincula con los orígenes, en particular por la rama paterna, los Sifonios. Abuelo Marcos nacido en el Ática, cuyos mayores provenían de la isla Sifnos, en el Mar Egeo, y lejanos ascendentes detentaban distinto apellido, Leventeris, de los que tome mi seudónimo artístico. Su derrotero lo hizo recalar en los puertos de la Argentina, donde se enamoró de Micaela Ferraro, hija de inmigrantes, padre italiano, nacido frente a la costa de Albania; madre nacida en Rodas.
Papá, tercer hijo de seis: Juan, María Elena, Alberto, Marcos, Mario, Jorge. Mama por su parte, hija de inmigrantes italianos, de zonas aledañas a Siracusa.
La segunda vertiente proviene del impacto que causó en mí, la formación educativa sistemática. No solo en el ámbito de las Artes, sino también de las Ciencias y las Humanidades, los valores helenos y helenísticos enraizaron la cultura origen del mundo en el cual vivimos. Las circunstancias de mi vida se desarrollaron de modo tal que realicé estudios superiores formales en Ciencias Físicas, en Ciencias Sociales y Humanidades, y en Arte. En todos los campos abordados, la génesis del pensamiento científico, filosófico, del sentir humanista, reflejada también en el campo de las Artes y las Letras, la reconocí en lo griego.
Pensando en ser diosa griega, con la facultad de mi atributo que a la pintura me refiero, otorgaría un color nacarado a la Acrópolis, un arcoíris al Egeo, dorado brillante al Oráculo en Delfos, azul profundo a la isla de Ítaca, para motivar el viaje que, como escribió el poeta, mejor que dure muchos años. Los rasgos enraizados y elocuentes de mis trabajos, es que se pueden marcar etapas como periodos de origen, desarrollo y madurez. Y cada etapa se encuentra bien definida, es elocuente, y está incorporada en la siguiente.
La primera etapa básicamente surrealista, se encuentra en las siguientes. La serie de los nudos, más abstracta, incorpora la factura y ambientación de la primera. La serie de los bordes, retoma la figuración y factura inicial, pero a un nivel mas sintético, incorporando otros materiales. La serie de los pájaros, tiene una historia que hilvana las sucesivas imágenes. De los últimos tiempos es el Políptico Cinta de Moebius, que sintetiza conceptualmente, a través de la organicidad de la propia obra, un pensamiento crítico al uso arbitrario y depredador de los recursos del Planeta, que el Sistema Mundial desarrolla sin límites, sometiendo al Ser Humano, sin alternativas aparentes. Hay otras series más recientes, no las mencionare a todas. Y después están las obras fuera de toda concatenación….que surgen esporádicas y aisladas, pero coherentes con la dinámica creativa, muchas de las cuales ofician de disparadores de nuevas etapas.
La captación filosófica de tres términos, Arte, Bello, Estética, ilumina la experiencia-el momento sensible de la idea, según Hegel- y remite al pensamiento platónico (expresado en el Fedro), en el sentido de la existencia de una unidad entre la percepción espiritual de lo bello y el orden verdadero del mundo. Esta percepción, cuestionada por las vanguardias durante toda la modernidad, convive en lo contemporáneo con el desvanecimiento de lo trascendente…una experiencia estética que persigue desesperada una forma de lo divino, una manifestación de ese dios desconocido que desapareció del escenario…Pienso que siempre hay un trabajo de reflexión, un trabajo espiritual, lo mismo si me ocupo de formas tradicionales de creación artística que si recibo el desafío de la creación contemporánea. Desde el pensamiento griego se puede ver que hay una doble función, la facultad creadora de imágenes, y la facultad de entender por conceptos. Partiendo del juego conjunto, resurge la significatividad propia de la percepción. No solo tenemos experiencias estéticas en presencia del arte, sino también de la naturaleza. Pero en la naturaleza nos interpela cierta indeterminada potencia anímica de soledad…La mirada del hombre, se encuentra afectada por su cultura. La belleza natural, es un reflejo de la belleza artística (“La Naturaleza imita al Arte”, dijo Oscar Wilde). Miramos con los ojos de hombres educados artísticamente, y esta mirada fue cambiando con el transcurrir de las épocas.
La obra de Arte significa un crecimiento en el Ser, esto la distingue de otros productos sociales. El pensamiento griego decía que el Arte es siempre μίμησις, lo cual no significa que imita algo conocido, sino que lleva algo a su representación. Las estrellas representan la pureza de las leyes y proporciones matemáticas que constituyen el orden del cielo. Lo que es posible representar, tenga o no connotaciones por sí mismo, nos mueve a demorarnos en él. Solo hay que escuchar su demanda de atención….La esencia de lo simbólico, consiste en que no está referido a un fin con un significado que haya de alcanzarse intelectualmente, sino que detenta en sí su significado, el arte exige del observador, un trabajo propio de construcción. El artista se mueve por un impulso comunicativo, sin pronunciar el lenguaje de la comunidad, al pronunciarse se construye su propia comunidad, en lo más íntimo de su ser. Y su intención es que esa comunidad se extienda a la οικουμένη, al mundo entero.
Frente al tiempo vacío, que nos invita a llenarlo, el arte nos invita a demorarnos ante la obra, paraliza el carácter calculador con que uno dispone de su tiempo. Esa es la esencia de la experiencia temporal del arte. Tal vez sea la correspondencia adecuada a nuestra finitud, para lo que se llama eternidad.
eEl auténtico enigma que el arte nos presenta, es lo simultáneo de pasado y presente, tradición histórica y progreso. La pregunta tal vez sea, qué une consigo mismo al arte en lo histórico de la tradición, y de qué manera llega a ser una superación del tiempo. La transmisión no significa dejar lo antiguo intacto, limitándose a conservarlo, sino aprender a concebirlo y decirlo de nuevo. Transmisión como traducción. Se trata de una interacción constante entre nuestro presente con sus objetivos, y el pasado que también somos. El arte de otros tiempos pasados solo llega hasta nosotros pasando por el filtro del tiempo, de la tradición que se conserva y se transforma viva. La trascendencia interior del juego artístico, es expresar la experiencia de la finitud de la existencia humana. Pienso y siento que la cualidad humana de la existencia se encuentra en la unificación del pasado y presente, en la simultaneidad de los tiempos. Una convicción que decantó en mi vida, es que lo que se intenta desde lo creativo del arte, en su estar en el mundo, es retener lo fugitivo. Se deja que lo que era sea, para aquel que uno es.
La tierra griega llega a mi desde la textura de sus rocas, la ondulante línea de sus aguas, la blanca espuma ensortijada de sus rompientes…Los azules, turquesas, verdes de las transparencias; las construcciones de sus templos abismales; los poblados de blancas casas mediterráneas, las flores magentas, blancas, amarillas, infaltables flores de los hogares inmigrantes griegos…que como una alegoría, genera un imaginario de recuperación del aroma de la tierra lejana.
Percibo la tierra griega también, como la alegría de su gente. Sus bailes, sus cantos, su música que existencialmente conecta las esencias de un pueblo, a través del tiempo y la adversidad.
En particular, mi vida esta signada por la música. Acompaña la creación plástica desde las primeras etapas de mi infancia. La clásica, en especial la música barroca; jazz, blues, rock, música étnica, que remonta mi estar a culturas primitivas y lejanas en el tiempo y espacio.
También aprendí a valorar el silencio inspirador. El silencio que me permite conectar con lugares de mi propio ser, recónditos, desconocidos por mí….en ese instante, sin que funcione el pensamiento racional, aflora un tipo de creatividad particular, que conduce mi mano por derroteros insospechado.
Estar en soledad, en silencio, ese deambular entre el ensueño y el entorno aparente…iniciando la creación en ese preciso instante.
La primera imagen que impacto mi infancia, fue una pintura metafísica de Giorgio De Chirico. No tenía idea de quien la había pintado. Recuerdo un intento de reproducción, y la frustración por no poder hacerlo fielmente; sobre todo recuerdo el deseo de dibujar….tendría 10 años. Pensé donde sentarme, apoyar una hoja y dibujar. Mi casa era muy grande, elegí la cocina de mi abuela. Me sentía acompañada, pero sin interferencia. Ese fue mi escritorio durante bastante tiempo. Una pequeña ventana al frente de la mesita, un par de imágenes recortadas por mí y pegadas en la pared. Un retrato cubista de Picasso, y la lámina de De Chirico, ambas recortadas de una revista. Y sentía los olores de las distintas comidas que cocinaba mi abuela. Y escuchaba la radio con ella. Escuchábamos Radio Municipal, a veces Radio Nacional. Pasaban música de jazz de los años 60’, y música clásica. Y leían, a veces, algunos relatos de escritores que hoy reconozco fundamentales, a quienes leí mas tarde, estudie, analice y valore mucho. Y dibujaba. Después empecé a pintar lo que dibujaba. Mucho después, solo pintaba. Me intereso la abstracción. Era como hablar sin usar palabras, eso me decía a mí misma. En realidad, encontré las posibilidades expresivas de la no figuración. Esa libertad… Mucho más tarde, en la adolescencia, cuando ya asistía a talleres de pintura con maestros, ocurrió un acontecimiento insólito. La luz de una luna enorme, entrando por la ventana, ilumino un cuadro que descansaba en el caballete de mi dormitorio. Y sentí algo distinto. Y pensé que había un camino por recorrer, un camino de imágenes en mi vida. Sentí que había algo para buscar con esos materiales, por ese sendero…
Pasaron largos años de diversos estudios, trabajos, relaciones humanas, y en algún momento de la vida, comprendí que estaba en ese camino. Que el recorrido de mis elecciones y posibilidades, me había llevado a finalmente, como lo intuyó esa adolescente, no solo a la búsqueda plástica, sino a mostrar a otros ese posible camino en sus vidas. Y fue tan gratificante una como otra tarea. A través de los años, desperté vocaciones artísticas, acompañé a otras personas de distintas edades, algunos muy chiquitos, también ancianos, en los inicios de una carrera, no para ser famosos y adinerados. Un sendero de búsqueda, un derrotero de discusión con los materiales plásticos, con la luz, el color, las texturas, las pasiones que se cruzan en la vida de un ser humano, los amores, los dolores, los hallazgos, las perdidas, los placeres, los deberes, esa maravilla que es el amor, lo indescriptible que se siente al tener un hijo, lo abismal de la muerte y a veces, lo abismal de la vida.
Lidia Leventeris
En el mes de abril de 2015.
Para Ser Griegos