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 PLATÓN: VIDA Y OBRA(427-347) 

 

nació en Atenas hacia el 427 a. C., poco después de la muerte de Pericles, el gobernante que había llevado a la polis griega a su máximo esplendor cultural, filosófico y político. En el llamado siglo de Pericles se reconstruye la Acrópolis destruida por los persas y se edifica el Partenón, decorado con las estatuas que dieron fama a Fidias. Esta época de efervescencia cultural es la de los grandes autores trágicos Sófocles y Eurípides, y la de Herodoto y Tucídides, los primeros grandes historiadores. El siglo V a. C., la gran época democrática de esta Atenas próspera y cosmopolita, había empezado con las Guerras Médicas. Apenas cincuenta años después, el imperialismo de Atenas desencadenaba otra guerra, esta vez liderada por Esparta, contra la propia Atenas, la Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.). Una etapa tan convulsa en el terreno político coincide, sin embargo, con el florecimiento cultural de Atenas, y concretamente con la etapa de esplendor de la filosofía griega. La Guerra del Peloponeso acabaría con la derrota de Atenas y con ella comenzaría la decadencia de la ciudad. Frente al régimen democrático de Atenas, Esparta impuso a la ciudad un gobierno oligárquico, los treinta tiranos, que duró un año y del que formaban parte algunos parientes de Platón ya que éste pertenecía a una de las más nobles familias atenienses. Debió recibir, en consecuencia, una educación aristocrática, y es probable que luchara como soldado contra Esparta. A los veinte años el joven Aristocles, Platón es un sobrenombre, conoce a Sócrates, a quien siempre consideraría «el más justo de los hombres de su tiempo». Unos años más tarde (399 a. C.), un nuevo régimen democrático condena a muerte a su maestro. Este hecho es definitivo en la vida de Platón: si en su juventud se había sentido inclinado a la política, la injusticia de la muerte de Sócrates le inclina definitivamente hacia la filosofía. Platón se refugia entonces en Megara. Hacia 390 a. C, visita el sur de Italia y toma contacto con el pitagorismo. Viaja también a Sicilia, donde traba amistad con Dion, cuñado del tirano de la ciudad de Siracusa, Dioniso I. Platón intentará que el tirano ponga en práctica su filosofía política, pero fracasa en este primer intento, llega a ser vendido como esclavo, y regresa a Atenas (387 a. C). Allí abre una escuela, la Academia, que podría considerarse como la primera universidad europea, donde enseñará durante veinte años Todavía volverá a Siracusa dos veces más, tentado por la posibilidad de instaurar un gobierno de filósofos, pero su amigo Dion muere asesinado y Platón renuncia para siempre a su sueño político. La experiencia le vuelve pesimista y tiene cada vez más dudas sobre sus propias teorías. Sus últimos años los dedica a escribir y a dirigir la Academia. Muere en el 347 a. C.

 La filosofía de Platón es, ante todo, un intento de superar el relativismo y escepticismo sofistas, que convierten en un absurdo la búsqueda de la verdad y que hacen, además, imposible la convivencia en la polis. En este sentido, la influencia de Sócrates sobre Platón es fundamental para entender su pensamiento, puesto que esta lucha contra los sofistas había sido también la preocupación de Sócrates. Además, la filosofía de Platón intentará resolver una cuestión que Sócrates había dejado de lado: el tema de la naturaleza, que seguía estancado entre Parménides y Heráclito: o bien existe un ser único, eterno e inmóvil, o bien todo es un constante devenir. En este aspecto puede decirse que Platón recoge la herencia de toda la filosofía presocrática. No obstante, el eje desde el que hay que interpretar la filosofía de Platón es su finalidad política. Toda su obra responde al interés por organizar un sistema político justo (teniendo en cuenta la lucha existente en Atenas entre oligarcas y demócratas), y en torno a este problema se articulan las reflexiones de Platón sobre el conocimiento, la realidad, la educación y la moral. Todos sus diálogos reflejan esta preocupación, que acaba concretándose en el modelo ideal de Estado propuesto en su República, un Estado que educará a sus gobernantes en la filosofía para que alcancen la idea del bien y sean capaces, por tanto, de gobernar con justicia.

Platón escribió numerosas obras. Estas obras se conocen con el nombre genérico de Diálogos debido a que están escritas en forma dialogada (a excepción de dos obras: Apología de Sócrates, y Las Leyes) y en las que participan diferentes personajes, casi todos ellos personajes históricos. El principal interlocutor, en casi todos los diálogos, es Sócrates en cuya boca expone el propio Platón sus ideas filosóficas. Los Diálogos platónicos más importantes son los titulados Protágoras; Gorgias; Fedón; El Banquete; Timeo, y La República. Al hablar de los diálogos platónicos es preciso hacer referencia a la función que, dentro de ellos, tienen determinadas narraciones. Se trata de narraciones breves que cumplen una función didáctica y pedagógica ya que con ellas Platón pretende explicar sus teorías filosóficas. Entre estas narraciones destacan las siguientes: la imagen de la caverna (utilizada para explicar la Teoría de las Ideas y la Teoría de los grados del saber), la imagen del carro alado (para explicar la concepción dualista del hombre y la estructura tripartita del alma), el mito del Demiurgo (para explicar la formación y origen del mundo sensible), el mito de Prometeo (para explicar la debilidad anatómica del ser humano y los remedios inventados para superarla), la imagen de los metales (para explicar las diferencias naturales entre los individuos que integran la polis y la existencia de tres grupos sociales)... 6. LA TEORÍA DE LAS IDEAS: EL MUNDO DE LAS IDEAS Y EL MUNDO SENSIBLE ¿Qué es lo real y cómo podemos diferenciarlo de lo irreal y de lo aparente? ¿Hay distintos tipos de realidad o todo lo real posee las mismas características? ¿Sólo es real lo material o existe otro tipo de realidad? A estas preguntas Platón responde con su teoría de las Ideas, con la cual expone y explica su concepción filosófica de la realidad. La afirmación o tesis principal de esta teoría es la defensa de un dualismo ontológico, o lo que es lo mismo, la existencia de dos niveles de realidad o mundos: el mundo o nivel de realidad de los objetos, y el mundo o nivel de realidad de las Ideas o esencias de esos objetos; una realidad material y sensible y otra realidad inmaterial e inteligible. Esta temática aparece expuesta de forma alegórica en el famoso mito de la caverna que vamos a leer y que aparece expuesto al final del tema. 

Mundo o nivel de realidad sensible: el mundo visible o mundo de abajo Se compone de objetos y cosas (perros, tizas, mesas, árboles...) así como de las imágenes o reflejos que producen esos objetos (la sombra de mi cuerpo proyectada por una farola de la calle, el reflejo de un árbol sobre las aguas de un lago, la imagen de una manzana en un espejo). Platón lo denomina mundo o nivel de realidad sensible porque su captación o conocimiento tiene lugar a través de los sentidos. Las características principales que definen a los elementos componentes de este nivel de realidad son las siguientes: § Temporalidad: los objetos sensibles, así como sus imágenes o reflejos tienen una existencia temporal. Esto significa que surgen y desaparecen, comienzan a existir y dejan de existir. § Devenir, cambio o mutabilidad: los objetos y sus imágenes están sometidos a un cambio o devenir constante, es decir, están continuamente sufriendo algún tipo de modificación. § Materialidad: los objetos sensibles y también sus imágenes tienen una existencia material, es decir, están hechos de alguna materia. § Particularidad: las cosas son particulares, cada cosa es lo que es y nada más. ü Mundo o nivel de realidad inteligible: el mundo de arriba Este nivel de realidad o mundo se compone de unas entidades a las que Platón denomina Ideas o Formas. Las Ideas son las esencias de los objetos físicos, es decir, lo que hace que sean lo que son, su naturaleza invariable y común. En la tradición filosófica occidental, “la esencia” se identifica con aquellos atributos o rasgos característicos que son propios y definitorios de una determinada cosa. Por ejemplo, la esencia de un ser humano es “aquello” que hace que sea precisamente un ser humano y no un perro, una mesa o una tiza; tradicionalmente, se ha considerado que la esencia humana radica en la racionalidad (de ahí que el hombre haya sido definido como un animal racional). Platón lo llama nivel de realidad inteligible porque sólo puede ser conocido a través de la inteligencia, es decir, no es accesible a los sentidos humanos. El conocimiento intelectual y racional de las Ideas o esencias nos permite explicar y comprender las cosas del nivel de realidad o mundo sensible. Los principales rasgos característicos que definen a las Ideas, Formas o Esencias que componen el mundo o nivel de realidad inteligible son los siguientes: § Eternidad: a diferencia de los objetos materiales que son temporales (surgen y desaparecen) las Ideas o Formas son eternas y lo son porque existen desde siempre y para siempre. Así, por ejemplo, aunque los objetos llamados coches no han surgido hasta hace unas cuantas décadas, la Idea de Coche existe desde siempre; también, aunque se hayan extinguido esas cosas que denominamos dinosaurios, la Idea de Dinosaurio sobrevive porque es eterna. § Inmutabilidad: a diferencia de los objetos materiales que están sometidos a un cambio y devenir constante, las Ideas, Esencias o Formas son inmutables, es decir, no cambian; permanecen siempre idénticas a sí mismas. Así, por ejemplo, un objeto- árbol puede experimentar en su existencia diferentes alteraciones y cambios (de tamaño, de color, etc.); sin embargo, la Idea-Árbol no sufre esos cambios. § Inmaterialidad: a diferencia de los objetos físicos que son materiales, las Ideas o Formas son inmateriales, es decir, no tienen una composición material (no están hechas ni de tierra ni de fuego, ni de madera ni de metal ni de ningún otro ingrediente material). § Universalidad: incluyen todos los objetos que pertenecen a un mismo tipo de cosas (la idea de hombre incluye a todos los hombres). ü Relación entre los dos mundos A pesar de que estos dos mundos o niveles de realidad son independientes uno del otro en cuanto a su existencia, existe una clara relación entre ellos. Se trata de una relación de participación o imitación. Dicha relación de participación es similar a la relación que hay entre un modelo u original y su copia. Las Ideas que forman el mundo inteligible son los modelos y los objetos físicos del mundo sensible sus copias imperfectas. Así, por ejemplo, un hombre es hombre en la medida en que participa de la Idea de Humanidad. Enlazando con la explicación del origen del cosmos, estas Ideas o Formas son los moldes a partir de los cuales el Demiurgo (dios artesano) ha creado las cosas físicas que vemos a través de los sentidos ü La idea de Bien y su función dentro de la filosofía platónica 

Las Ideas, Esencias o Formas que componen la realidad inteligible son muchas. Hay Ideas de Objetos (por ejemplo, Idea de Gato, Idea de Mesa), Ideas de Figuras geométricas (por ejemplo, Idea de Cuadrado, Idea de Triángulo), Ideas de Valores Estéticos y Morales (por ejemplo, la Idea de Justicia, la Idea de Belleza) pero no son un aglomerado inconexo de esencias sino que constituyen un sistema en el que todas se ensamblan y coordinan jerárquicamente. En la cima o cúspide de esta jerarquía, es decir, en el límite extremo del mundo inteligible, se encuentra la Idea de Bien. La Idea de Bien tiene una triple función en la filosofía platónica: § Una función ontológica. La Idea de Bien es la causa de la existencia de todo lo que existe: del resto de las Ideas del mundo inteligible y también de las cosas físicas del mundo sensible. Esto es así porque las Ideas son imágenes perfectas (Platón identifica el Bien con la Perfección) y a su vez las cosas físicas existen porque participan de la Idea correspondiente. § Una función ética. La Idea de Bien es el fundamento de la Ética, es decir, del saber que nos permite conocer cómo debemos actuar en nuestra vida privada para alcanzar la felicidad. En efecto, si queremos encauzar de una manera sabia y recta nuestra vida privada hemos de conocer previamente lo que es el Bien. Solamente teniendo este conocimiento estamos en condiciones de poder distinguir entre lo que es bueno y malo para nosotros y, en consecuencia, poder orientar rectamente nuestra vida. A esta teoría que defiende que para actuar bien en la vida hay que conocer previamente a través de la inteligencia o razón en qué consiste el Bien se la suele denominar intelectualismo moral o ético. § Una función política. La Idea de Bien es también el fundamento de la Política, es decir, del saber que gestiona la vida pública de la polis para encauzarla sabia y rectamente hacia el logro de la Justicia. El gobernante de la polis necesita conocer en qué consiste el Bien para tener una visión clara de lo que es el bien de la polis y gobernar conforme a ello. Por esta razón, el conocimiento de la Idea de Bien será la meta última que persiga la educación de quienes vayan a ser los gobernantes de la polis. ü Sentido de la teoría de las Ideas La teoría de las ideas o formas es una alternativa al relativismo de los sofistas, y permite aunar concepciones tradicionalmente discrepantes como la defendida por Parménides y por Heráclito: · Oposición al relativismo sofista. Sócrates había rechazado la idea de los sofistas de que la verdad es relativa. Estaba convencido de que la conducta moral había de basarse en el conocimiento de unos valores universales, idénticos para todos los individuos. Para Platón este conocimiento universal es el conocimiento de las Ideas. · El mundo sensible se encuentra, como defiende Heráclito, en un constante cambio. Platón acepta este constante devenir de los objetos sensibles, que están siempre cambiando , en perpetuo fluir de manera que no puede decir que son , sino que cambian.  Acepta t ambién de Protágoras la crese encia en la relatividad de los sentidos y de la percepción sensible, y concluye, por tanto, que no es posible hacer ciencia sobre aquello que está en perpetuo cambio: el conocimiento verdadero no puede tratar sobre los objetos sensibles. · Las ideas del mundo inteligible tienen, como hemos visto, las características del ser de Parménides. Así, la teoría de las ideas permite a Platón reconocer que existe algo que no cambia sin negar el mundo sensible (aunque es cierto que considera a este último menos real): explica la unidad en la diversidad, la existencia real de un elemento común a todos los objetos de la misma clase. 7. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: GRADOS DEL CONOCER Y DIVISIÓN DE LAS CIENCIAS. LA DIALÉCTICA Una de las grandes cuestiones filosóficas a las que se enfrentó Platón fue el análisis del conocimiento humano: ¿En qué consiste el conocimiento? ¿Cómo es posible conocer una realidad que es distante y ajena a nosotros? ¿Podemos conocer las cosas tal como son? El conocimiento es aquella actividad que permite al hombre acceder a la realidad existente. Por tanto, es lógico pensar que existe una relación clara entre lo ontológico y lo gnoseológico, entre lo que existe y su conocimiento. La teoría platónica del conocimiento incluye dos aspectos: los grados del conocimiento y la dialéctica. 

LOS GRADOS DEL CONOCIMIENTO Y LA DIVISIÓN DE LAS CIENCIAS. La teoría de los grados de saber y la división de las ciencias sostiene que, puesto que hay dos niveles de realidad (inteligible y sensible), hay dos tipos o formas básicas de conocimiento humano: un conocimiento inteligible, y un conocimiento sensible. Además, en cada uno de los dos tipos de conocimiento pueden distinguirse dos grados. ü El conocimiento sensible u opinión (Doxa). Se trata de un conocimiento superficial y poco fiable. Los órganos de conocimiento son los sentidos (por eso se llama sensible). La realidad a la que se accede a través de él es al mundo o nivel de realidad sensible:

Ahora bien, puesto que en la Realidad Sensible es posible hacer una distinción entre los objetos o cosas, y sus reflejos, imágenes o sombras, hay que marcar una distinción entre dos grados de Conocimiento Sensible: § Conjetura o Imaginación (Eikasia): es la percepción sensible de las sombras, imágenes y reflejos de los objetos, por ejemplo en un espejo. Es el grado de conocimiento con la categoría cognoscitiva más baja. En este grado de conocimiento el hombre concibe como real lo que representa una sombra, una imagen o un reflejo. § Creencia (Pistis): es la percepción sensible de las cosas u objetos (piedras, libros, árboles, mesas, tizas...) e incluye la capacidad para diferenciar un objeto de lo que es su imagen o reflejo. ü El conocimiento inteligible o ciencia (Episteme.) El órgano de conocimiento es la razón, la inteligencia, y constituye un conocimiento de calidad superior respecto al conocimiento sensible ya que, gracias a él, el hombre accede a las Ideas del mundo inteligible. En este tipo o forma de conocimiento Platón distingue dos grados o modos: § Inteligencia discursiva (Dianoia): es el conocimiento racional de las Ideas de figuras matemáticas como triángulos, ángulos, números, etc. y, por tanto, este tipo de conocimiento es el fundamento de los razonamientos matemáticos. § Inteligencia intuitiva (Noesis): es una especie de visión intelectual por la cual el ser humano adquiere un conocimiento directo de las Ideas. En algún momento llega a decir Platón que la palabra ciencia solamente debe aplicarse a este grado o modo de conocimiento intelectual. 

OBJETOS DEL CONOCER:

 

 

MUNDO INTELIGIBLE = IDEAS 

 

SER = OBJETOS MATEMÁTICOS

 

 

 

MUNDO SENSIBLE= OBJETOS SENSIBLES

 

 

DEVENIR = IMÁGENES DE LAS COSAS SENSIBLES

 

 

TIPOS DEL CONOCIMIENTO:

 

INTELIGENCIA (NOESIS)  = DIALECTICA>>>>>>>PENSMAIENTO DISCURSIVO

 

 

 

(DIANOIA)=MATEMÁTICAS = CIENCIA  (EPISTEME)

 

 

 

 

 

CREENCIA(pistis)  >>>>>> FÍSICA>>>>>>>IMAGINACIÓN O CONJETURA (EIKASIA)>>>OPINIÓN )

 

 

(DOXA).

 

 

 

LA DIALÉCTICA

 

 

 

El término dialéctica tiene en Platón dos significados distintos aunque muy relacionados entre sí. ü El saber dialéctico. La dialéctica para Platón es la ciencia suprema de las Ideas y sus relaciones, en especial de las relaciones de todas las Ideas con la Idea suprema de Bien. Dicho de una manera un poco poética, la dialéctica es como un viaje cognoscitivo por el mundo de las Ideas que concluye en el conocimiento racional de la Idea suprema de Bien. Este viaje cognoscitivo tiene dos direcciones: § Una dirección ascendente: dialéctica ascendente. Consiste en un proceso de conocimiento que parte de las cosas y objetos del mundo sensible y se eleva hasta el conocimiento de las Ideas, yendo de Idea en Idea hasta alcanzar la Idea de Bien (en la imagen de la caverna Platón representa esta ascensión mediante la subida del prisionero al mundo de arriba). § Una dirección descendente: dialéctica descendente. Consiste en aplicar el conocimiento que se ha alcanzado en la fase ascendente a la esfera de los objetos y cosas sensibles, yendo de lo más general a lo más particular. Por ejemplo, del conocimiento de la Idea de Bien, la dialéctica descendente pasa al bien particular del Estado, al bien particular y concreto del individuo, etc. Otro ejemplo: del conocimiento de la Idea-Belleza la dialéctica descendente supone el reconocimiento de la belleza de un cuadro, de una puesta de sol, de una pieza musical o de una mujer. ü El método dialéctico. La dialéctica es no sólo el saber o la ciencia suprema sino también el método o camino para alcanzar ese saber o ciencia suprema. Se trata de un método o camino diferente en algunos aspectos al método utilizado por las matemáticas, a pesar de que las matemáticas son también un saber o ciencia en la que se utiliza la razón para acceder a las Ideas matemáticas. Tanto el método matemático como el método dialéctico parten de hipótesis o supuestos. Pero hay una diferencia clara en cómo conciben y utilizan esas hipótesis y supuestos. o El método matemático parte de hipótesis no fundamentadas, es decir, parte de supuestos no demostrados, pero los acepta como válidos. Estos supuestos no demostrados se denominan axiomas. A partir de estos supuestos no demostrados (axiomas) se extraen conclusiones (teoremas) mediante razonamientos deductivos. Eso sí, esas conclusiones sólo tienen una validez relativa y provisional pues se derivan de hipótesis no fundamentadas. El método dialéctico, al igual que el matemático, también parte de hipótesis o supuestos, pero a diferencia del proceder matemático, el dialéctico no toma estas hipótesis como verdades que no necesitan demostración sino que las toma como simples supuestos que cumplen la función de trampolines o peldaños desde los que la razón puede elevarse hasta el conocimiento de las Ideas. Por eso dice Platón que el método dialéctico es un método que echa abajo las hipótesis.

 

 

 

Pongamos un ejemplo. Supongamos que queremos definir la Justicia. Se propone una primera hipótesis (por ejemplo, la justicia es lo que conviene al más fuerte.) Esta hipótesis será sometida a una crítica rigurosa mediante argumentos y razonamientos hasta mostrar sus contradicciones y ser finalmente desechada. Sobre las ruinas de esta primera hipótesis se propone una segunda hipótesis, más verdadera y mejor, por ejemplo, la justicia es lo que conviene a la mayoría. Nuevamente, esta hipótesis ha de ser comprobada mediante críticas y argumentos. Si no soporta las críticas y acaba mostrándose también como insatisfactoria, habrá que rechazarla, pero utilizándola como peldaño o trampolín para formular una tercera hipótesis, por ejemplo, la justicia es lo que la ley establece, y así sucesivamente, hasta que por fin llegamos a una que resiste todas las críticas. Es entonces cuando hemos alcanzado la Idea de Justicia y estamos en condiciones de saber qué es realmente la Justicia, y la hemos alcanzado echando abajo las hipótesis y sirviéndonos de ellas como peldaños o trampolines. A partir de aquí el ascenso dialéctico debe continuar, de Idea en Idea, hasta elevarnos a la contemplación de la suprema Idea de Bien.

 

 

 

 

A pesar de las diferencias entre el método matemático y el método dialéctico, las matemáticas son un saber fundamental para el ejercicio de la dialéctica. De hecho, antes de dedicarse a la dialéctica, el estudioso de las Ideas tiene que alcanzar una buena preparación intelectual en los saberes matemáticos ya que constituyen una buena preparación intelectual dado su grado de abstracción. Por eso, Platón llama a los saberes matemáticos saberes propedéuticos, es decir, saberes preparadores. De ahí el supuesto cartel que colgaba de la entrada de la Academia: Aquí que no entre nadie que no sepa matemáticas. 

 

 

 

 

 

 

 

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